02 July 2012

Pisa con garbo

Comienza mi aventura italiana, que etiquetaré de aquí en adelante como "Pisa con garbo".

Y empezamos desmontando mitos y leyendas sobre este bello país y sus habitantes.

El primero: los italianos NO son tan pegajosos. A mi todavía no se me ha acercado ninguno con intenciones erótico festivas. Una lástima porque hay algunos monísimos, y van todos repeinados y arregladísimos y a la moda y todo eso que se suele decir de los italianos.

El segundo: se come muy bien y muy barato. Es cierto en territorio italiano, no en otros territorios independientes que existen dentro del territorio italiano. No, no hablo del Vaticano. Hablo de la República Independiente del Turista. Esta república ocupa un territorio discontínuo dentro del estado italiano, que comprende unos 500 metros a la redonda alrededor de cualquier catedral, puente o piedras apiladas susceptibles de ser consideradas monumentos. En esa república del turista comer es caro, muy muy caro. Si en Italia por un par de euros te dan un cuarto de pizza y un botellín de agua, en la república del turista te cuesta el botellín de agua 4 euros, y te cobran un riñón por la pizza. Y no, no hay pizza de riñón de turista.

Tercero: en todos los países mediterráneos existe eso que se conoce en España como picaresca. En Italia no se cumple. Lo llevan todo a rajatabla. El hecho de que me estén haciendo pasar en estas primeras semanas por un antiguo estudiante de doctorado del centro en el que estoy, para así comer de gratis no es un fraude, es simplemente una facilidad o licencia burocrática que incluye la suplantación de personalidad como parte de la hospitalidad italiana.

Cuarto: el arte y la riqueza cultural italianas. En España nos enorgullecemos de hacer pasar por monumento una iglesia a medio construir (la Sagrada Familia) y un montón de hierros amorfos con un montón de trabajos manuales de niños de guardería (el Gugenheim de Bilbao). Aquí cometen las mismas atrocidades, pero a diferencia de en España, aquí sí que saben tapar sus errores.

En España si la cagamos con algo, paramos las obras y los políticos se quedan con todo el dinero que puedan sacar de ahí.  En Italia, pase lo que pase, se sigue para delante y luego los políticos se quedan con el dinero. Fijaos en la torre de Pisa. En un momento dado, a un albañil se le ocurrió usar un nivel y: ¡oh sorpresa! Llevaban un metro de muro construido y ya se estaban torciendo. ¿Pararon? No, porque si hubiesen parado a ver quien estaría hablando ahora del famoso "poyete inclinado de Pisa".



En fin, próximamente os relataré mi reciente ordenación como miembro de la venerable hermandad de los "carmelitas pisanos". La tonsura la dejaré para más adelante.


Saludos pisanos!

1 comment:

Carlos G. Vallejo said...

¡Genial!

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