21 June 2010

Sobre típicos tópicos y viceversa

Los prejuicios son horribles. Es lo que hace que clasifiquemos a la gente según una serie totalmente arbitraria de etiquetas, asignadas según unos criterios igual de arbitrarios. Y etiquetar es una forma de simplificar una realidad compleja que, a menudo, excede a nuestra capacidad mental de análisis o discernimiento. Y esto nos induce a error, porque la realidad no es tan simple como nosotros pretendemos que sea. En otras palabras: no es bueno generalizar, porque metemos la pata. ¿O no?

Situación: un autobús lleno de gente de los más diversos países de origen. A sab
er: griegos, americanos, hindúes, indonesios, un chino, un alemán, un español y un escocés. Y no es el ínclito chiste de los perros del Curro, es simplemente un autobús con gente. El escocés resulta ser el guía de un tour por el norte de Escocia.

Hechos reseñables:

El guía comenta, jocosamente, cómo siglos atrás en esas tierras acaeció un combate sangriento entre ingleses y franceses, contra escoceses y españoles. Según sus palabras los "Spaniards" se murieron de miedo y se rindieron. No dice nada de que los escoceses se largaran dejando el castillo bajo la protección de... ¡45 españoles! Un ejército con artillería, caballería, etc, contra 45 soldados españoles, agotados tras un viaje penosísimo desde Cádiz a Escocia. Pero bueno, historias aparte, esa es la imagen de los Spaniards. Esa, y la de Trafalgar, la Invencible, etc. 

Comentando esto con el alemán, empezamos a hablar un buen rato sobre la historia de la Europa de entonces, la defensa española del catolicismo, el desgaste en las sucesivas disputas contra Inglaterra y Francia, el asedio a Breda, la piratería contra los barcos españoles que venían de América, el imperio de Carlos V... Y en un momento dado, me pregunté: bueno, y si hablamos de historia de Alemania, ¿qué? ¿Recordáis el chiste de Eugenio? Pues eso. Un servidor diría aquello de: "Alemania. Cosa curiosa Alemania... Cosa extraña, Alemania..."

Pero mi incultura en materia de Historia puede incluso tener una pequeña disculpa. Luego cacé una conversación entre un americano y el chino: 

Americano: "¿Y tú de dónde eres?"
Chino: "De un pequeño pueblo en China"
Americano: "Y ¿dónde está?"
Chino: "Pues al sur de China, hay una península, y en la parte este..."
Americano: "No, no me has entendido: que dónde está China"

¿Y que decir del chino? Un tipo delgado, con más cabeza que Chicho Terremoto, un par de cascos adosados a las orejas (no lo llegué a ver sin ellos), y una torpeza de movimientos innata. Eso sin comentar la indumentaria del individuo para un viaje de dos días por el norte de Escocia, región conocida por sus continuas lluvias, su frío, su tiempo desapacible... Pues el señor don chino iba en bermudas de cuadros, camisa de cuadros, y chanclas. Y a juzgar por sus hechuras caminando, sería la primera vez que llevaba chanclas. En fin, que era la mascota que todo viaje debe tener. Era el típico que se perdía en todos los pueblos, y había que buscarlo para seguir el tour. Y te lo encontrabas en un trozo de césped, con los cascos puestos, durmiendo como si estuviera en su casa. Era el típico que, a pesar de no estar permitido comer en el autobús, se compró un paquete inmenso de palomitas, y al día siguiente una de "Fish and Chips" para llevar. Era el típico que siempre se sentaba justo detrás del conductor, haciendo que el resto de gente temiese en cualquier momento un altercado con el conductor. Era el típico que te hablaba con la boca llena de galletas, ofreciéndote amablemente gran parte del contenido de su boca...

Y siguiendo con tópicos, ¿qué se dice de los españoles en el extranjero? Pues sí, doy fe. Y aquí también se ve claro que eso de las diferencias entre regiones españolas no tiene sentido. Cuando estamos en el extranjero, catalanes, madrileños, andaluces... todos somos españolísimos, sin importar lo nacionalista que sea cada cual.  En el interior del Eilean-Donan Castle, diversas estancias están recreadas (la cocina, el comedor, un dormitorio), y otras salas están habilitadas para exposición, con relatos de los acontecimientos más relevantes, entre ellos la batalla que comenté antes. Bien, pues apuesten ustedes cuál fue la sala preferida por todos los españoles. Yo sólo digo que la algarabía española se amontonaba en dicha sala, y se oían cosas como: "Escolta tú, el faisán... " o "Chico, ¡¡que cacharería, y qué loza!!" o "Kiyo, po yo le daba un bocao ar flan este, ¿que no?"... Y en las salas con relatos históricos, las reacciones eran algo así como: "Antonio, por amor de dios, ¿qué haces mirando ese dibujo? Si no se entiende ná, que está en extranjero... Anda, vente p'acá, y échame una foto con el cerro ese de fondo, que es precioso" o "Uy, aquí na más hay armas y cosas feas" o "Si ya lo decía mi cuñao, que este sitio era muy romántico". Mientras unos cuantos y yo preguntábamos a una de las guías del castillo sobre las batallas jacobinas, y la limpieza étnica que sufrieron las Highlands, la pregunta entre los españoles era: "Bueno, ¿pero se puede llegar más arriba? ¡Seguro que las vistas son preciosas!" 

Y tú pensando para qué diablos se gasta la gente un pastón, y muchas horas de viaje, sólo para hacerse fotos encima de edificios o monumentos altos. Sólo por tener fotos de ellos con cosas más o menos bonitas detrás. Sólo por coleccionar fondos de fotos. Esa es toda la huella que deja en ellos el paso por un castillo en el que hubo mucha muerte y mucha vida, como en todos. En el que se escribieron y destrozaron muchas páginas de historia. Donde se ven de dónde vienen esas influencias celtas tan importantes en Galicia, por ejemplo. Es triste que al final, después de haber estado en un sitio así, hayan aprendido más cosas sobre la historia de Escocia viendo a Mel Gibson en Braveheart, que pisando la tierra que defendió el verdadero William Wallace.

Saludos highlanders

01 June 2010

Críticas porque sí

Pues ya está bien. Se acabó lo que se daba. Llevo dos meses aquí poniendo buenas caras y haciendo como que no pasa nada. Ya estoy harto. Muchos textos alabando Escocia, los escoceses, su maravillosa gastronomía, sus productos autóctonos, sus fantásticas costumbres, su elegancia al vestir... Ya va siendo hora que los critique un poco, ¿no?

Y por empezar por algún sitio, hablaré del departamento en el que trabajo. Es horrible. Muy mal pensado. Ni punto de comparación con lo que disfruto en mi ciudad.

Para empezar, todo un departamento se hacina en un edificio de cuatro plantas. ¿Os lo creéis? Eso en mi lugar de trabajo es incondebible. Denota una tremenda cerrazón, un afán autista que choca directamente con el carácter distribuido y extensivo de nuestro departamento en España. En mi trabajo, disfrutamos de un departamento ampliamente distribuido por todo el edificio, con oficinas y despachos cada una en una punta del mismo. Esto posibilita a los empleados conocer gente nueva, e incluso ejercitarse dando agradables paseos de una punta a otra del edificio, sólo para que le sellen un papel. Eso, técnicamente, se llama SoGOD, Socialización Gracias a Oficinas Distantes. Aquí, sin embargo, si quieres que te firmen algo, vas a la oficina de al lado, la secretaría, y punto. Qué mal pensado.

Hablando de la oficina de la secretaría, otro desastre descomunal. Lo que aquí llaman secretaría resulta ser un lugar aburridísimo, con cuatro o cinco empleados que se pasan el día allí, solucionando todos los problemas, firmando cosas, sellándolas, poniendo partes de mantenimiento, llamando a los técnicos, etc. Secretariando, al fin y al cabo. Un desastre. Se pierde totalmente esa sensación de aventura, de terreno inexplorado, de odisea griega, que me embarga en mi lugar de trabajo cada vez que necesito ir a secretaría por algo. Aquí siempre hay alguien, y siempre es capaz de solucionarte los problemas. No hay incertidumbre, no piensas: "¿habrá alguien esta vez?", o "¿sabrá qué  hacer?" o "¿estará jugando al solitario del Windows?". No. Aquí simplemente están siempre. Es como si en España fueras a buscar a las secretarias a la cafetería, pues igual, pero además trabajando. Una deshonra para su gremio. Si una que yo me se levantara la cabeza... del crucigrama, quiero decir.


Otro esperpento son los servicios. ¡Ni parecen baños! Son como quirófanos de hospital. Asépticos, inmaculados, inodoros, incoloros e insípid.. bueno, eso último no lo he comprobado. El caso es que ni huelen mal, ni hay charcos de nada en el suelo, ni falta papel o jabón... Y el colmo de los colmos: ¡¡tienen agua caliente!! ¿Pero qué clase de engendro es ese? ¿En eso se gastan las ayudas
comunitarias? ¿En agua caliente? Con lo bien que sienta un buen chorraco de agua helada en invierno. Con lo grata que es esa sensación de congelación parcial de los dedos. Con el gustito que da llegar a tu oficina y empezar a frotarte las manos entumecidas y aún húmedas, y echarte el aliento, cual explorador en Siberia. También pierden ese fomento de la imaginación que nos proporciona a nosotros la ausencia casi perenne de papel higiénico en nuestros servicios.



"Vaya, ¿y ahora con qué me limpio? Sólo tengo la copia del artículo que estoy
escribiendo... Bueno, pero primero le quito la grapa. Sí, sin grapa, sin riesgos... Pero, ¿con qué la quito? Ummm, ¿servirá la hebilla del cinturón? Joder, tanto ver el equipo A, y en una situacion así no tengo ni un mísero soplete".

A eso me refiero. Esta gente, con tanta pulcritud, pierden estos pequeños placeres de la vida. Detalles que hacen tu existencia interesante.


En fin, que siento estropearos el mito que yo mismo he creado. Glasgow no es tan maravilloso como hasta ahora lo he pintado. No es comparable a lo que disfrutamos nosotros a diario en nuestros trabajos. Así que, sentíos afortunados... o algo.



Saludos glasgüences!